Madre Lucía, filipense: nuevo destino después de 32 años en Alcalá

Madre Lucía, filipense: nuevo destino después de 32 años en Alcalá

Hace unos días, comenzando octubre, Madre Lucía Mazuelas salía de Alcalá de Henares para incorporarse a su nuevo destino en Baeza (Jaén). Marchaba después de haber entregado treinta y dos años de su vida en el Colegio Sagrado Corazón de Jesús de las Madre Filipenses.

Madre Lucía nació en Villaeles de Valdavia, provincia de Palencia, el 16 de junio de 1947. Catorce años tenía cuando comentó a su maestra que se sentía fuertemente atraída por la vida religiosa. La maestra, que había estudiado con las Filipenses, la propuso ir a conocer a las Madres de su colegio de Palencia. Dos años después, con dieciséis años y el permiso de sus padres, entraba en la comunidad. Para cuando llegó a Alcalá, en el año 1993, tenía 46 años y una gran experiencia como educadora, adquirida en su recorrido por los colegios de Barcelona y Baeza, haciendo vida el lema de las Filipenses: «Educar con ternura y firmeza».

Madre Lucía confiaba le confiaba a la Hna. Beatriz Liaño, secretaria de la Delegación de Misiones de la Diócesis de Alcalá: «Me ha encantado la enseñanza. He dado clase de infantil y después, durante muchos años, de apoyo escolar».

Después de su jubilación no ha dejado de trabajar, infatigable, al servicio de su comunidad ¡y de las misiones! La Hna. Beatriz explica: «¡Cuánto la vamos a echar de menos en la Delegación de Misiones! Semanas antes del Domund, en octubre, y de Infancia Misionera, en enero, Madre Lucía llegaba al despacho a recoger el material. Y eso, literalmente, contra viento y marea. Recuerdo el mes de enero de 2021. La gran nevada “Filomena” había convertido Alcalá en una pista de hielo. El palacio arzobispal estaba prácticamente vacío, ante la dificultad para moverse por la ciudad. De pronto, sonó el timbre. Al abrir me encontré con Madre Lucía, puntual a su cita con la Infancia Misionera. Venía con un carro de la compra para meter todos los materiales y tenerlo todo preparado en el colegio para cuando volvieran los niños. Esa imagen la define. Su amabilidad y sencillez esconden una generosidad y una capacidad de sacrificio extraordinarias».

Antes de marchar, le pedimos a Madre Lucía un último consejo. Sonríe y dice: «Que sigáis la vida cristiana. Que conozcáis a Jesús. Que tengáis una relación con Él. Eso os ayudará mucho».

Gracias, Madre Lucía, por tus palabras, pero sobre todo por tu ejemplo, por tu entrega de cada día y por la generosidad con la que has aceptado este nuevo servicio a tu comunidad. Que el Señor te bendiga.

La Hna. Beatriz con Madre Lucía, en su última visita a la Delegación de Misiones.

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