Impresionante testimonio del P. Wenceslao Belem
P. Wenceslao Belem, sacerdote de la Diócesis de Ouahigouya, en Burkina Faso, consiguió con su testimonio dejarnos a todos los que le escuchábamos absolutamente conmovidos. Fue el pasado miércoles, 29 de marzo de 2023, a las 18 horas, en la parroquia de la Asunción de Nuestra Señora de Villalbilla, diócesis de Alcalá de Henares y provincia de Madrid.
Burkina Faso tiene una población de alrededor de 20 millones de habitantes, de los cuales un 19% es católico, un 5% cristiano de otras denominaciones, un 15% animista y un 1% ateo. El resto son musulmanes y, desde 2015, los yihadistas han establecido una persecución a muerte contra los cristianos, aunque el P. Wenceslaeo comentaba: «Solo ahora nos damos cuenta que fue en los años 90 cuando los musulmanes comenzaron a preparar este momento».
En las grandes ciudades de Burkina Faso, no se puede celebrar la Santa Misa sin custodia policial, ante el grave riesgo de sufrir ataques terroristas. Pero los militares no tienen capacidad para proteger las celebraciones en las zonas rurales, razón por la cual los católicos han convocado a los Voluntarios para la Defensa del País, que tratan de asegurar el derecho de los fieles a reunirse para orar. A pesar de estas precauciones, los asesinatos de sacerdotes, catequistas y simples fieles es constante. El Wenceslao iba desgranando recuerdos. No hablaba de casos conocidos por los periódicos, sino de personas muy cercanas a él, como ese sacerdote, compañero suyo en el seminario, secuestrado por yihadistas cuando viajaba a su pueblo para visitar a sus padres. Llevan cuatro años sin saber nada de él. Recordó también a ese catequista de su propio pueblo. Su esposa fue al campo para recoger leña para cocinar, pero no se cubrió con el burka, el velo integral exigido a la mujer musulmana. Tardaba en regresar y salió en su busca. La encontró retenida por un comando de yihadistas. Le preguntaron: «¿Por qué tu mujer no lleva velo?». «Porque somos católicos», respondió él. Le degollaron ahí mismo, en presencia de su esposa.
Pero la persecución ha robustecido la fe de los católicos y el Señor les ha bendecido haciendo rebosar sus seminarios de aspirantes al sacerdocio. Solo en su diócesis tienen a noventa seminaristas en el Seminario mayor, más de cien en el menor. Y su diócesis es solo una de las doce con que cuenta el país. Pero, para comprender estos datos, tengamos en cuenta que la población total de católicos en Burkina Faso no supera los dos millones de fieles.
Cercanos ya a la Jornada de Vocaciones Nativas, el P. Wenceslao tuvo un recuerdo agradecido y emocionado hacia los misioneros que les llevaron la fe. Comentaba que los sacerdotes en su diócesis viven en comunidad. El párroco con sus dos o tres o cuatro vicarios viven juntos en la parroquia principal que se les ha asignado y desde allí atienden a las parroquias cercanas. Decía el P. Wenceslao: «Así hemos visto hacer a los misioneros siempre, así lo hacemos nosotros». ¡De cuántos peligros salva a los sacerdotes esta vida en común y cuánto bien les hace tanto a nivel humano como espiritual! El P. Wenceslao debe permanecer en España todavía un tiempo hasta completar sus estudios de Derecho Canónico. Añora esa vida en comunidad con sus hermanos sacerdotes, pero todo lo ofrece para poder servir mejor, a su regreso, a sus hermanos.