De nuevo en los colegios

De nuevo en los colegios

De nuevo en los colegios

En octubre, cada año, vuelvo al colegio, pero ahora como secretaria de la Delegación de Misiones. Ya no voy a estudiar, voy a explicarle a los alumnos de colegios e institutos, públicos y concertados, quiénes son los misioneros y todo el bien que hacen a millones de personas en el mundo. A través de las fotografías y vídeos que les pongo y de las historias que les cuento, descubren que cada persona que nace en este mundo, lo hace porque Dios le ama, y lo hace con una misión al servicio del amor, con la dignidad de ser llamado a ser hijo de Dios. Los misioneros han descubierto su forma concreta de realizarse en el amor y viajan hasta los confines de la tierra para que no quede nadie que no llegue a descubrirlo. Niños y jóvenes descubren, gracias a las experiencias de los misioneros, la diferencia entre pobreza material y pobreza espiritual, y que la pobreza espiritual duele más incluso que la mera carencia de cosas y hace la vida mucho más dura. Descubren que pobreza espiritual es no conocer a Dios, no saberse amado por Él, no saberse hijo suyo, no conocer su ley —los Diez Mandamientos— y su mandato de amarnos como Él nos ama. Las consecuencias de esta pobreza son terribles.

Comencé en Rivas, en el IES La Luna, proseguí en el Colegio San Juan Evangelista de Torrejón, pasé por el Colegio San Ignacio, entre medias visitamos las catequesis de la parroquia Virgen del Val. Mañana vuelvo a Torrejón, pero a un instituto público y la semana que viene iré en esa misma ciudad a un colegio público. Para noviembre ya tengo en agenda nueve salidas a colegios e institutos públicos de la Diócesis, hay otras dos para diciembre, y varias ya concretadas para enero y febrero a la espera de que se concreten otras todavía en el aire. Bendito sea el Señor. Es una alegría ver que niños y jóvenes aprenden no solo qué es un misionero y nuestro deber de ayudarles, sino que sacan lecciones para su propia vida.

Nunca olvido que todo esto puedo hacerlo gracias a los profesores de religión de cada centro, auténticos faros de luz y de esperanza para tantos jóvenes. Tengo que agradecer también a la dirección de los centros por permitirlo e, incluso, adaptar la jornada en función del testimonio. Rezamos por niños, jóvenes y profesores, por los que nos escuchan y por los que facilitan las visitas, para que todos descubramos y realicemos nuestro llamamiento al amor.

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